¿Por qué amamos a los extranjeros?
Queridas lectoras,
Hoy quiero hablarles con la franqueza y el estilo que tanto nos caracteriza. Porque si algo hemos aprendido en esta industria es que no se trata solo de dar masajes; se trata de estrategia, de inteligencia y, sobre todo, de entender de dónde viene el dinero y cómo maximizar cada oportunidad.
Nuestra marca siempre ha amado a los clientes extranjeros, y no porque nos guste besarles los pies, sino porque hay razones lógicas, estadísticas y económicas que nos han demostrado que ellos representan una parte fundamental de nuestro éxito. Hace años, los extranjeros eran solo el 25% de nuestra clientela. Hoy, constituyen el 40%.
Veamos la diferencia entre un cliente local y un cliente extranjero. El mexicano, el que vive aquí, tiene una vida cotidiana llena de distracciones: la esposa, los hijos, la cena con amigos, el trabajo. Eso significa que puede aplazar su decisión de compra fácilmente. Puede decir: "Voy la próxima semana". O peor aún, "Lo pienso y te aviso". Y mientras piensa, ese dinero que pudo estar en nuestras arcas sigue guardado en su billetera.
El extranjero, en cambio, tiene un tiempo limitado. En promedio, está en la ciudad solo cuatro días, a veces una semana, máximo dos. Y en ese tiempo, quiere probarlo TODO. No solo la comida, no solo los museos, sino las experiencias que hacen que su viaje valga la pena. Y cuando la gente está de viaje, está más dispuesta a gastar, a tomar decisiones rápidas, a decir sí sin pensarlo dos veces. Es por eso que cuando veo un mensaje de alguien llamado Joe, Peter, Schneider o Schmidt, lo único que veo es dinero tocando a la puerta. Y a diferencia del cliente local, si no lo atiendo hoy, mañana estará en otro país. Dinero que no se tomó, dinero que no vuelve.
Sé que algunas de ustedes no les encanta atender extranjeros por la barrera del idioma. "Es que no hablo inglés". Querida, para algo existe el traductor. No necesitas sostener conversaciones filosóficas sobre el sentido de la vida, solo comunicar lo esencial. Y si realmente te preocupa, hay soluciones sencillas:
Una opción efectiva es utilizar una grabación de audio en inglés al inicio de la sesión. Algo como:
Versión en español: "¡Hola! Mi nombre es [tu nombre]. Mucho gusto. Te explicaré brevemente mi masaje. Mi servicio es tal como está descrito en mi página web. También tengo algunas opciones adicionales. Si te interesa agregar alguna durante la sesión, solo indícalo con los dedos. Si quieres el Paquete 1, muéstrame un dedo. Si quieres el Paquete 2, muéstrame dos dedos. Los precios son: [indicar precios]. Si tienes alguna duda, dime con confianza. Ahora, solo relájate y disfruta la experiencia."
Versión en inglés: "Hello! My name is [tu nombre]. Nice to meet you! I’ll give you a brief explanation of my massage. My service is as described on my website. I also offer some additional options. If you are interested in adding one during the session, you can simply indicate it with your fingers. If you want Package 1, show me one finger. If you want Package 2, show me two fingers. These are the prices: [indicar precios]. If you have any questions, feel free to ask. Now, just relax and enjoy the experience."
Así, desde el primer momento, todo queda claro sin necesidad de hablar un inglés fluido. Grabas el audio en tu celular, lo reproduces al inicio de la sesión y listo. Problema de comunicación resuelto. Porque al final del día, el idioma del masaje es el tacto, no las palabras.
Y por si las razones económicas no fueran suficientes, hay otro pequeño detalle. Hablemos de estética. Aquí, en nuestras camillas, hemos recibido extranjeros que parecen esculpidos por los dioses griegos. Altos, atléticos, con cuerpos bien proporcionados en todos los sentidos. No voy a mentir, más de una vez he sentido ganas de cantar como Blancanieves cuando mis manos recorren esas espaldas y esas piernas. Y aunque la belleza no lo es todo, si hablamos de estadísticas, la balanza suele inclinarse hacia ellos.
Así que, queridas, si un día tienen que elegir entre un cliente frecuente y un extranjero, piensen bien. El cliente frecuente puede regresar la próxima semana. El extranjero, si no lo toman hoy, no lo verán jamás. No es cuestión de malinchismo ni de creer que otras nacionalidades son mejores, sino de entender el juego del dinero. Y en este negocio, el dinero no espera.
Con cariño y estrategia,
Martha Lu.